28 mar 2013

Cadenas de poder

En los países mediterráneos se respira un sentimiento antieuropeo, a causa de las duras medidas de ahorro impuestas por la mesías Merkell. Nos sentimos menospreciados por lo que consideramos un trato denigrante, ya que los países del norte ven a los del sur de Europa como granjas que producen alimentos, como retiros soleados para sus jubilados que se compran la casita en la costa del sol o como lugar para las fiestas incontroladas de sus etílicos jóvenes.

Sin embargo, no es difícil sorprendernos hablando peyorativamente sobre los inmigrantes -africanos, sudamericanos y de Europa del este en su mayoría- que llegan a nuestras regiones. Que vienen a quitarnos el trabajo, que nos roban, que no se adaptan a nuestras costumbres… En los grupos humanos – también en la naturaleza- encontramos indefectiblemente una jerarquía de poder. Europa –occidente- está en la cumbre, pero dentro de Europa se reproduce ese mismo esquema. Veamos las tres dimensiones de las cadenas de poder:
Natural: En la naturaleza se conjugan dos factores, el tamaño y la alimentación. El herbívoro se come a la hierba, el carnívoro se come a otros animales. Cuando muere, sus cuerpos son descompuestos por insectos y bacterias, y se generan sustancias orgánicas que de nuevo favorecen la aparición de vegetación, iniciando así el sentido circular de la cadena trófica.
Social: El sentido circular de la cadena de poder en la naturaleza se vuelve vertical entre los humanos. La erótica del poder nos hace luchar por la sensación de estar por encima de los demás. Las jerarquías sociales son complejas y a veces no evidentes. Factores tales como el dinero, el puesto de trabajo o la herencia social condicionan esta dimensión. El empresario se cree por encima del trabajador, el “noble” por encima del “plebeyo”, el médico por encima del enfermero…
Social supranacional: Ese misma distribución que se da entre clases sociales se da entre países. EE.UU. o Alemania manipulan sus zonas de influencia como si de un juego de ajedrez se tratará. Pero a su vez, estos dominados de primer orden gustan de controlar  a terceros, y así sucesivamente. 

Volviendo a la premisa de inicio ¿Es lícita la queja de los países mediterráneos por la opresión germana cuando ellos ejercen el mismo efecto sobre otros?  ¿Podemos quejarnos del trato recibido cuando en España ofrecemos a inmigrantes trabajos mal pagados y en condiciones que un nacional no aceptaría? Con el control alemán de Europa ¿estamos reviviendo el sueño dela raza aria?
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

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