Los autores más optimistas con la sociedad digital se han afanado en ofrecer una imagen idealizada de las generaciones que han nacido rodeados de cacharrería. El canadiense Presnky acuñó el término del nativo digital y a partir de ahí todo -casi todo- ha sido seguirle la corriente: generación Y, táctil, millenials o posmillenials... una sucesión de etiquetas para intenta explicar cambios intelecto-culturales de los nacidos en diferentes momentos de la revolución tecnológica de la sociedad de la información.
Sin embargo, un grupo de investigadores noruegos ha llegado a la conclusión de que la inteligencia de los jóvenes ha comenzado a caer al menos siete puntos por generación. Y han establecido su teoría tras analizar el CI (controvertido parámetro) de 730.000 personas. Durante el siglo pasado el cociente intelectual de la población se incrementó en tres puntos en cada generación Las causas no están probadas, pero hay diferentes hipótesis: una mejor nutrición, el cuidado de la salud, la universalización de la educación e incluso la iluminación artificial. Es lo que se conoce como efecto Flynn. ¿Podría este efecto crecer de manera indefinida? Parece ser que no, pero también es cierto que las pruebas para medir algo tan intangible como la inteligencia han cambiado. Y, por otra parte, es evidente que la propia adaptación al medio -o a la propia tecnología existente- ha desarrollado una serie de habilidades en detrimento de otras. Ya no dependemos de la caza para vivir, por lo que hemos perdido, a buen seguro reflejos si nos comparamos con los humanos del neolíticos. Sin embargo, nuestra conciencia de un mundo global es mucho más sensible en estos momentos que en ninguno antes de nuestra historia. Como estudió Leslie White «el hombre como especie animal, y por lo tanto la cultura como un todo, dependen de lo material, los medios mecánicos de adaptación al medio natural»
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo