El mundo del cine ha contribuido a la creación de una cierta animadversión hacia un determinado tipo de muñecos. Así, Chucky, el muñeco diabólico, aterrorizó a una generación de espectadores ávidos de buscar terror en lo cotidiano. Pero el palmarés lo copan las muñecas de porcelana, y Anabelle es un ejemplo reciente de esta juguetofobia.
Sin embargo, el concepto de muñeca diabólica en una sociedad tecnificada, pragmática y menos paranormalizada se acercaría más a un dispositivo capaz de vulnerar la intimidad de su hogar de acogida. Y según la Agencia Federal de Redes alemana, la muñeca Cayla puede cumplir estos preceptos, por lo que ha prohibido la venta del juguete en el país. Jochen Homann, presidente de la agencia ha declarado que el control temático de la cámara y el micrófono que incorpora el juguete podría ser interceptado por terceros, poniendo en peligro la intimidad y seguridad de los menores. No sabemos si se trata de una medida extrema o si en los próximos días esta normativa será adoptada en otros estados. En cualquier, la noticia caso nos permite abrir el debate de una sociedad altamente controlada y donde, en nombre de la seguridad, ha desaparecido la privacidad de los ciudadanos.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo