El mundo del cine recrea en la película Nerve, un juego sin reglas un escenario donde una comunidad anónima de mirones (watchers) dirige las acciones de dos jugadores (players). Para los primeros se trata en esencia de poco más que un juego de estrategia al uso. Para los segundos la sensación de sentirse dirigidos de manera remota por una masa amparada por el efecto interfaz que les ofrece la pantalla y por la tranquilidad que les da que sus decisiones no son sólo suyas, sino parte de una decisión colectiva.
Los players se introducen en un trepidante juego de "verdad o acción" (truth or dare), donde cada movimiento empieza a ser manipulado por una comunidad anónima de "observadores", que no se sienten limitados ni coartados en su toma de decisiones, pues a fin de cuentas los players no son más que personajes del juego. Y, por otra parte, el anonimato les permite dar rienda suelta a sus instintos, ya que a fin de cuentas la decisión colectiva les exime de ser culpables. La idea no es novedosa, y Black Mirror ya la ha explotado en varias ocasiones, pero en cualquier caso sí que nos permite plantearnos nuevamente los límites de la tecnología y, como cara de una misma moneda, los límites de nuestra propia ética y descubrir hasta donde somos capaces de llegar como especie y/o como individuos cuando no nos vemos frenados por los límites de convivencia social.
Los players se introducen en un trepidante juego de "verdad o acción" (truth or dare), donde cada movimiento empieza a ser manipulado por una comunidad anónima de "observadores", que no se sienten limitados ni coartados en su toma de decisiones, pues a fin de cuentas los players no son más que personajes del juego. Y, por otra parte, el anonimato les permite dar rienda suelta a sus instintos, ya que a fin de cuentas la decisión colectiva les exime de ser culpables. La idea no es novedosa, y Black Mirror ya la ha explotado en varias ocasiones, pero en cualquier caso sí que nos permite plantearnos nuevamente los límites de la tecnología y, como cara de una misma moneda, los límites de nuestra propia ética y descubrir hasta donde somos capaces de llegar como especie y/o como individuos cuando no nos vemos frenados por los límites de convivencia social.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo