Internet ha sido una revolución social, las redes sociales han revolucionado Internet, y el sexo es un motor con fuerza en las comunidades virtuales. Una tendencia en alza es el sexting, neoanglicismo, contracción de contracción de sex y texting. El termino ha comenzado ya a españolizarse con el vocablo sexteo. Inicialmente era el envío de contenidos eróticos o pornográficos por sms. Con la evolución de los dispositivos móviles, se ha ido sustituyendo el texto por imágenes y, posteriormente, por vídeo. El objetivo era claro: alcanzar un climax virtual que propiciara un encuentro físico.
El mayor problema que presenta esta práctica, es la pérdida de control del fichero una vez enviado. Si el fichero es colgado en Internet, puede propagarse con gran velocidad, pasando a dominio público en cuestión de segundos. Y esta práctica es vox populi entre adolescentes de 13 a 17 años (menores de edad) con lo que ello conlleva. Ante esta tendencia, una buena formación se hace necesaria: la web www.sexting.es informa de los peligros que conlleva el compartir documentos personales que pueden traspasar la frágil barrera de la privacidad en Internet. Pero ¿qué ocurre si la práctica es llevada a cabo por adultos? inicialmente el peligro es el mismo, la rápida difusión de los contenidos, con el riesgo de convertir a los/as modelos/as en estrellas eróticas en la red, lo cual puede acarrear situaciones delicadas en las vida cotidiana de la identidad física. Por ello, al igual que en la vida real, en la vida virtual debemos pensar dos veces las consecuencias que puedan ocasionar nuestras acciones.
Imagen: CredoCroos @DevianArt (Creative Commons)
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo