Desde hace un par de décadas, numerosos colectivos han venido denunciando la reducción del número de abejas en la naturaleza, un insecto imprescindible par la polinización y del que depende, en gran medida, la producción agrícola. En 2014 la UE hizo un primer estudio de mortalidad de abejas que arrojó cifras de entre el 3,5% y el 33,6%, según países. En tal extremo, se ha llegado a afirmar que si desaparecieran las abejas, la humanidad se vería seriamente perjudicada por la dificultad que encontraría para producir alimentos.
El sexto episodio de la última temporada de Black Mirror fue estrenado por Netflix hace un mes. "Odio nacional" (Hated in the Nation) articulaba su historia en un futuro reciente en el que, debido a la desaparición de las abejas, una empresa desarrolla unos drones autoreplicantes en forma de tan necesario insecto, para que continuara con las mismas funciones de su homólogo biológico. Sin ir más allá, para no hacer spoiler a los lectores de este espacio, nos quedamos con la casualidad a la que se enfrentaría un grupo de científicos de la Universidad Politécnica de Varsovia que pondrán en funcionamiento el próximo año la primera generación de abejas drones polinizadoras. Sin la trama conspiradora que Netflix monta alrededor del hecho, el ingeniero Rafal Dalewski y su grupo de investigadores presentan un biodron capaz de polinizar plantas y que puede ser programado, indicándole el tipo de flores a polinizar o el espacio geográfico sobre el que actuar. Dalewski bromea afirmando que hace casi todo lo que una abeja de verdad, excepto miel.
El insecto ciborg también encuentra mercado en la agricultura de precisión permitiendo fertilizar o aplicar pesticidas de manera controlada. Tras una serie de trabajos experimentales exitosos, en 2017 comenzarán a trabajar los primeros prototipos y en dos años serán comercializados. Sin duda, la tecnología acabará transformando todos los rincones sel planeta y cada día encontramos noticias, como esta, que nos sorprenden.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo.