La sociología ha tratado tradicionalmente la cuestión del desarrollo frente al desarrollismo. Por ello, y siguiendo con la senda dialéctica abierta acerca de las bonanzas y perjuicios generados por la tecnología y al hilo de lo expuesto en el anterior post
¿la tecnología nos hace libres?, hoy plantearemos un debate a cuatro. Es por ello que la estructura del post diferirá de la habitual.
Las nuevas tecnologías, en sí mismas, podrían y deberían haber cambiado el rumbo de la historia hace mucho. No lo harán. Al hombre solo le interesa, siempre, el prisma económico. Ser un enfervorecido comprador y usuario de aquello que las multinacionales idean no es hacer un uso de las nuevas tecnologías al servicio del hombre, es cerrar el círculo de consumo. Un chip de algunos céntimos puede hacer, sin despeinarse, cosas que hace pocos cientos de años costaron la vida de millones de personas. Por otro lado mente y materia serán una misma cosa y ahí comenzará la dominación si el hombre no ha conseguido pasar de ser usuario tecnológico a productor de servicios independientes y libres al servicio de la prosperidad.
Un exceso de confianza en los medios tecnológicos, sin las debidas precauciones, puede ser una catástrofe. No es raro encontrar usuarios, profesionales o particulares, cuyos trabajos se han volatilizado en algún desplazamiento de bytes poco afortunado. Las mismas herramientas que han ayudado al creador, lo han fulminado, motivo de un exceso de confianza, pérdida de alerta o por delegación de responsabilidad en un trozo de metal magnetizada o memoria volátil.
En plano personal y sentimental, también nos dejamos guiar por la celestina particular en la que se puede convertir nuestro ordenador. La intimidad e impersonalidad de la pantalla puede ser una ayuda para mostrar nuestro yo más íntimo e impersonal, aunque esto pueda parecer una antítesis. Confiamos más en facebook que en nuestras habilidades seductoras para ligar, y además nos da pereza buscar la compañer@ "perfecta" y dejamos que meetic lo haga por nosotros.
Por otra parte, la tecnología tiene innumerables ventajas: se produce un aumento de la producción y los resultados se obtienen con una mayor precisión. Todo ello, permite logros increíbles en campos como la medicina. En cambio, puede llevar consigo una pérdida de mano de obra, es decir, un aumento del paro. Además, aún hay quien es reticente a tratar con máquinas y prefieren aquellas empresas que utilizan el casi perdido " tú a tú". La tecnología ha facilitado nuestras vidas, pero nos ha vuelto más cómodos. Ahora se investiga menos y, frente a los rápidos cambios tecnológicos, nuestra inteligencia se va quedando más reducida. La mayoría de las veces no hemos asimilado un avance y ya se ha producido el siguiente. Se lanza al mercado un nuevo producto cuando aún no dominamos, y a veces ni conocemos, el anterior.
Sin embargo, en oposición a lo anterior, hay quien cuestiona que la tecnología per se sea generadora de paro, sino que más bien incita a la búsqueda de nuevas formulas. Nunca antes existió ninguna época en la que aparecieran tantas nuevas profesiones como ahora, a la luz de las nuevas tecnologías. Los obreros de la planta de producción se desplazan a diferentes perfiles: ingeniero, programador, reparador, panelista, arquitecto de software, analista, pica código, administrador de sistemas, experto en seguridad, cadena de montaje, administrativos del producto, comerciales.... Lo que podemos resumir en antes: 100 obreros = 1 profesión; Ahora 100 obreros= 25 perfiles.
Por lo tanto, y a modo de resumen, la bondad de la tecnología es innegable: nos mejora, sin más. Nos ayuda, si somos capaces de asimilar su auxilio pero nos posee si no contamos con los recursos para asimilar la ayuda ofertada. Que haya quien se acomode y retroceda intelectualmente es una posibilidad que se ha dado en cualquier época. Al menos la tecnología dará respuesta a las mentes inquietas, y creemos no equivocarnos al decir que atraerá a algunas de las mentes perezosas al ámbito cultural, por el atractivo que tienen los medios actuales, destacando principalmente el teléfono inteligente, ya anexo a casi todo individuo en nuestro entorno.
Rosa Rabazo