Para
Rosa de Luxemburgo, quien no se mueve, no siente sus cadenas.
Aldous Huxley, en su Mundo Feliz, trata este mismo tema de manera más holística y compleja, reflexionando qué aspectos deberían ser liberalizados para consumo conspicuo y masivo y cuáles deberían permanecer bajo control de las élites gobernantes. Y, dependiendo de los aspectos considerados tabú y los que deberían ser banalizados, se conformaría un tipo de sociedad u otra. Así, frente a las sociedades convencionales de la época, años 30 del pasado siglo, el mundo feliz, venidera utopía en el ideario del autor, Huxley nos vendería una sociedad en la que el trabajo sería en cierta medida una manera de mantener entretenidos a los integrados en el sistema, y el sexo una válvula de escape y entretenimiento cotidiano. Pero si estas dos variables sociales pueden ser consideradas una generalización respecto a los elementos de control social de la época (extensibles al presente si se quiere), no dejarían de ser dos opciones más de control y sometimiento, como describiría unos años más tarde George Orwell en su distopía 1994.
En la actualidad, Google ejerce esa doble postura huxley-orwelliana del material que es lícito consumir y rediseña una nueva sociedad de consumo adaptada a la realidad digital que gesta y domina. Este dominio se basa en absorber no sólo a la competencia empresarial, sino en fagocitar todo el contenido social que se genera en la red. El espejismo 2.0, que proyecta un paradigma de usuario prosumidor que consume y produce contenido, no deja de ser un tentáculo más del entorno de control de Google. Así, las reseñas y opiniones de usuarios, decisivas en entornos como Ebay Amazon, TripAdvisor o Booking, corren el riego de ser absorbidas por el sistema de Google Reseñas, potenciado por su programa Local Guides. Una base de datos todopoderosa y única que recoge la opinión global de la red como elemento orgánico. Una opinión que digiere, amasa, procesa y vende en forma de imagen única que pasa a ser imitada y consumida por la comunidad internauta global. Un proceso circular y cíclico que depura y asimila lo que ingiere y lo ofrece de nuevo como un tótem para una humanidad ávida de consumo de nuevos hábitos.
En un nuevo mundo en el que aparecen nuevas religiones, mitos y dogmas, Google se erige como agente de la creación absoluta, garante de lo que es válido y de lo que debe ser reprobado. Lo normal es adaptarse e integrarse es esta nueva tendencia. En ese caso, no se sienten las cadenas a las que se refería Luxemburgo. Para sentir las cadenas de control, basta con coger un smartphone con Android, crear una cuenta de Google y observar como el gran hermano digital es capaz de prever lo qué nos interesa, cómo pensamos qué compramos y cómo pensamos. Además, lo hará con una precisión terrorífica.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo