La domesticación de los animales supuso otro gran paso en el proceso de humanización. Por primera vez comprendimos que, además de alimento, los animales podrían ofrecer compañía. El primer animal domesticado fue el perro, hace unos 15.00 años. Además de ayudar en la caza y de vigilar los rebaños milenios más tarde, el perro era por excelencia un animal de compañía. La sedentarización y la acumulación de excedentes permitió a nuestros antepasados desarrollar otras necesidades que las meramente biológicas. La domesticación de los animales implicó un cambio en las relaciones con otras especies, ya que a cambio de sus compañía o el regalo de sus productos, recibían cuidados y protección por parte de las comunidades humanas. Tras el perro llegaron otros animales, de los que aprovechamos su leche, sus pieles, su miel o su fuerza de tiro.
A través de cruces, el ser humano fue buscando animales adaptados a diversas finalidades. Ello es posible gracias a un pensamiento a largo plazo. Estos cruces han posibilitado que haya perros de compañía o de ataque-defensa, que haya vacas de leche y vacas de carne... Así fueron apareciendo nuevas especies con modificaciones morfológicas (genética) y de comportamiento (memetica).
Sin embargo, como reflexión final, podríamos preguntarnos si la domesticación fue un producto consecuencia de la sedentarización o si fue el compartir espacios y vivencias con otras especies animales lo que nos llevó a establecernos en lugares fijos en vez se seguir errando un espacio a otro buscando recursos.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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