En muchas ocasiones hemos hablado de la persistencia digital y de cómo un documento, una vez subido a la red, se hace público y perdemos el control sobre él. Pero ¿Qué pasa cuando es al contrario? ¿Qué ocurre cuando una red social en la que millones de usuarios han establecido una identidad y un un complejo entramado de vínculos desaparece? Sin duda, a priori, podríamos afirmar que genera un vacío en los usuarios.
Sin embargo, todo depende de las expectativas de los usuarios. Si consideramos la red como repositorio y almacén de recuerdos podríamos sentir esa sensación de vacío. Si por el contrario se limita a un escenario de intercambio más o menos síncrono, donde la vinculación con el otro es más o menos efímera, a pesar de que el recuerdo quede en la recamara de la big data social, la desaparición no es tan traumática. La primera perspectiva se establece prioritariamente en población adulta. La segunda es más propia de adolescentes. Sin duda, entre ambos grupos de edad la percepción temporal y espacial es totalmente diferente.
Así este verano hemos visto como Tuenti, popular red entre los adolescentes españoles, eliminaba su parte social y quedaba exclusivamente como operadora de telecomunicaciones. Sin embargo, era la crónica de una muerte anunciada pues cada día más usuarios abandonaban este medio y migraba hacia otros de alcance más globalizado como Facebook, Instagram o Twitter. Con la desaparición de Tuenti, millones de fotos y eventos compartidos han ido al limbo. Pero ¿quién lo recuerda?
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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