Internet ha revolucionado el mundo del comercio. Desde casa, a base de clics, el cliente puede acceder a los mercados mundiales, ya sea a los más exclusivos o a los más mundanos. Ya no hace falta ir a París a visitar Channel o Galeries Lafayette, pues quien pueda pagar sus inefables precios, no tendrá problemas para realizar su compra on-line y recibir el producto en casa. En el extremo opuesto, también triunfan los productos lowcost y cientos de páginas chinas llenan el mundo de baratijas tecnológicas o textiles.
Sin embargo, los supermercados se resisten a abandonar la tradicional entrega de propaga en papel inundando los buzones de su radio de acción. Suelen compaginar el concepto analógico con apps adaptadas a los nuevas pautas de consumo, para que el cliente reciba cómodamente en su hogar una compra realizada plácidamente desde el móvil. En cualquier caso, y ante unos márgenes de beneficios ajustados, la cesta diaria, carente de glamour, obliga a las marcas a hacerse un hueco en el ideario consumista de sus potenciales compradores.
Sin embargo, los supermercados se resisten a abandonar la tradicional entrega de propaga en papel inundando los buzones de su radio de acción. Suelen compaginar el concepto analógico con apps adaptadas a los nuevas pautas de consumo, para que el cliente reciba cómodamente en su hogar una compra realizada plácidamente desde el móvil. En cualquier caso, y ante unos márgenes de beneficios ajustados, la cesta diaria, carente de glamour, obliga a las marcas a hacerse un hueco en el ideario consumista de sus potenciales compradores.
En un sector un tanto más exquisito que un carro lleno de detergentes y alimentos, pero sin llegar a al extremo de Channel, encontramos a las páginas de saldos, como VentePrivée o Privalia. Espacios en lo que se ofrecen por campañas una serie de productos descatalogados. Está técnica obliga al consumidor a estar pendiente de los "chollos", con lo que ahora es el cliente el que busca tienda, y la tienda se relaja en tanto en cuanto no necesita ir detrás del cliente, siempre ávido a adquirir ese producto de que sólo quedan cinco unidades. Nuevos, nuevos tiempos, nuevas formas de vender y comprar pero las mismas técnicas para hacer que el cliente muerda el cebo.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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