Las redes sociales, como estructura social de un grupo de personas es un concepto que viene imperando tantos años como el propio hombre tiene. Recientemente ha sido acuñado el término para referirse a las redes sociales nacidas a la sombra de internet y aunque estas han estado presentes también en la red desde antes de su diseminación (me gusta pensar en la red internet como algo que se ha esparcido), los foros de noticias basados en cliente de noticias o grupos de investigación académica podrían ser ejemplos de estas redes sociales digitales primitivas, no ha sido sino con la llegada de populares portales dedicados cuando el término acuñado ha tomado verdadera relevancia.
Los fines que han motivado la creación de las llamadas redes sociales en internet son varios, principalmente, es el diseñar un lugar de interacción virtual, en el que millones de personas alrededor del mundo se concentran con diversos intereses en común. Tal y como hoy las entendemos son pequeños nodos de información cotidiana y en tiempo real que el usuario, de forma individual, explota produciéndose una sinergia en el conjunto.
Pasarán pocos años, menos de los que imaginamos, para que las redes sociales sean una constante tan cotidiana e involuntaria como el hecho de que busquemos el interruptor al entrar en una habitación porque sabemos que debe estar ahí. Podríamos pensar que esta afirmación ya es caduca, que en el momento actual esto está ocurriendo, pero nada más lejos de la realidad. Las redes sociales del futuro bien vendrán a llamarse “Red Unificada de Realidad Real”. Hemos sustituido el plural de redes por un singular universal y habrá que hacer referencia a que la realidad ya no es virtual, es una realidad cibernética real.
En la red social del futuro inmediato no precisaremos de ordenador, nuestro propio cerebro se encargará de añadir a los contactos afines. Los diferentes perfiles estarán disponibles mientras caminamos hacia el autobús en las lentillas multimedia que llevaremos implantadas en nuestros ojos. Al cruzarnos con un desconocido solo con nuestro deseo y, lo que aún será más inquietante, a criterio de nuestro chip de identidad, dispondremos de su perfil actualizado y de la última acción que ha realizado; sus lugares de ocio, sabremos donde poder encontrara a esa persona y podremos automáticamente agregarla a nuestra red; bastará solo mirar a esa persona para que aunque ella no se haya percatado de nuestra presencia tengamos toda su información pública. Sabremos antes de saludar a alguien en el autobús si el saludo será de su agrado e incluso si estaría dispuesto a tener una cita con nosotros. Sabremos donde encontrar en cada momento a miembros de nuestra red de forma física. Cambiaremos ahora el sofá y la pantalla de ordenador por la cita colectiva en algún lugar de reunión. Podríamos seguir imaginando como será esta red social pero cualquier cosa que podamos imaginar tendrá cabida.
Sustituiremos de este modo los populares portales comerciales dedicados a la extensión de redes sociales por un software universal, procesado en nuestro cerebro, que nos permitirá realizar actividades cotidianas mientras recaba y nos proporciona información, estando conectados a esta red unificada en todo momento. Se nos brindarán, en definitiva, posibilidades inimaginables de socialización. Volveremos a cambiar la impunidad de la pantalla por la popular barra de bar.
1 comentario:
Realmente estamos entrado a trapo y nuestro datos andan de aquí para allá en el cibeespacio. Pero la primera pregunta a formularse es ¿podemos quedarnos fuera? y lo que aún resisten ¿ Seguirán pudiendo? pero debido al efecto placebo de estos espacios, lo más importante es ¿queremos? porque no nos engañemos con eso de que nos tienen controlados, que saben mucho de nosotros... ¿para qué quiere una empresa valorada en millones de euros esos datos? Interesamos a nivel sociológico, como bulto estadístico. Nuestros datos personales, en cuanto personales, no les interesan para nada.
Sobre las redes perversas, es posible que se de, pero a causa de una sociedad perversa, y no será, creo, culpa de la red en si misma
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