El
medio digital está llenando nuestras vidas de gadgets cada vez más atractivos
que están transformando todas las experiencias pre-digitales en aficiones cada
vez más asequibles y accesibles. Y es algo que se nota a nuestro alrededor: ya
no vemos a nadie con un walkman por la calle, porque un pequeño reproductor de
mp3 nos permite llevar almacenadas horas de música. En el mundo de la
fotografía, ya no es necesario contar con un exclusivo equipo y gastarse un
generoso presupuesto en revelados, ya que con una cámara media se pueden hacer
miles de fotos que guardamos en nuestro ordenador y seleccionar aquellas que
consideremos más interesante para pasar a papel. Con la lectura ha pasado lo
mismo. Además, es fácil compartir estos documentos con otros aficionados en
cualquier parte del mundo en menos de un segundo.
Sin
duda, este es uno de los aspectos principales de la revolución tecnológica,
pues la técnica, a través de una pasarela mercantilista, desemboca y mejora la
vida cotidiana del ciudadano-consumidor final. Sin embargo, una reflexión en la
podemos profundizar es si esta pasión por el gadget es la evolución normal de
nuestra afición o si por el contrario es la disponibilidad de este gadget la
que nos lleva a probar nuevas aficiones. Y quizá, un segundo nivel de reflexión
a partir de esta premisa sería ¿Realmente me gusta la fotografía, la música o
la lectura o lo que me gusta en el fondo es el aparato digital? ¿Es más
importante el continente que el contenido? ¿Estamos inmersos antes en una revolución
consumista que en una verdadera revolución tecnológica?
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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