El
rastro de nuestras acciones en la red queda grabado y está disponible para
quien sepa localizarlo. Nuestro currículo, nuestros hobbies, las fotos de
nuestras vacaciones, nuestras opiniones en un blog… Todo está accesible para
quien sepa buscarlo. En Facebook no basta con eliminar la cuenta para que
desaparezcan nuestras aportaciones, habría que ir haciéndolo manualmente. Tarea
harto difícil para un usuario, incluso poco activo, que haya hecho una
aportación cada dos o tres días a lo largo de un año o dos.
A
nuestras aportaciones habría que sumar las interacciones en las que somos
citados por terceras personas. Pero también hay tener en cuenta aquellas que
nos preceden y contra las que no podemos luchar: las multas que aparecen en los
boletines oficiales, las cámaras IP que hay en zonas públicas… Por ello,
incluso sin tener cuentas en redes sociales, parte de nuestra está expuesta en
la red. Poco se puede hacer contra ello, excepto aceptarlo y comprender que
estamos en una sociedad que depende de la tecnología digital y que explota sus
posibilidades.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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