Hasta hace relativamente poco tiempo las esferas privadas y públicas estaban perfectamente establecidas. Sin embargo la hiperconexión ha transformado esta percepción de lo privado y lo público. Si tradicionalmente el hogar representaba la institución más privada de la sociedad, actualmente nuestros teléfono móviles y smarttv son una ventana abierta para todo aquel que esté interesado en husmear en la casa del vecino o de alguien que habite en la otra punta del mundo. Las distancias se diluyen y el tiempo se vuelve relativo, pues la red no duerme. Si nuestro teléfono permanece encendido, continúa transmitiendo información acera de nosotros y nuestros hábitos. Por otra parte esto genera ansiedad por necesitar constantemente noticias nuevas. No necesitamos esperar al amanecer para leer el periódico, pues las noticias se relevan constantemente por lo que cerrar los ojos es perder algo. El salón de casa o la habitación se transforma en el kiosko o en un pub según el tipo de páginas que visitemos o de aplicaciones que tengamos instaladas.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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