Cuando
nos preguntamos por qué triunfa un deportista, a parte de las características
individuales podemos establecer una serie de rasgos comunes: fuerza,
resistencia, habilidad, destreza… Algunos son comunes a todos los deportes y
otras específicas: un jugador de fútbol no tiene que medir dos metros –véase
Mesi- pero esta cualidad sí que sería imprescindible para un baloncestista.
En
política hay algunas cualidades o rasgos que facilitan el avance de una
agrupación o permiten el ascenso de una promesa. Poco importa la ideología, si
es que ésta existe, o los colores. Seguro que podríamos rellenar cada una de
ellas con múltiples ejemplos.
Ley
del codazo:
Consiste en que cuando se llega al poder, se quita a los que puso el anterior
partido para colocar afines al nuevo. Esto se aplica sobre todo en los cargos
mejor pagados. Podría parecer lógico siempre y cuando el nuevo consejero o
asesor fuera alguien que supiera de lo que habla, pero la lógica se derrumba
cuando pajínes o montoros llegan a ministros.
Tumasmismo:
Cuando un
político es aludido por cualquier motivo, la respuesta más socorrida es “y tú
más”. Con un razonamiento más próximo al de un alumno de Educación Infantil que
al que se le presupone a un alto cargo público, es más fácil echar balones
fuera que justificar una acción concreta
Promete
y olvida: Cuando
el psoe dijo que iba a subir el iva, el pp se opuso. Cuando el pp subió el iva,
el psoe se opuso. En política, cuando no es el momento de tomar decisiones o le
corresponde a otro, se habla mucho. Cuando llega el momento crítico, la cosa
cambia.
Cortoplacismo:
Como las
elecciones son cada cuatro años, las acciones y decisiones se toman en
consecuencia a este periodo. Cuando un presidente es malo, cuatro años parecen
una eternidad. Pero cuando se trata de planificaciones a plazo largo, como el
sistema educativo, se producen choques entre los grupos en alternancia.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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