La conservación de alimentos condiciona la vida humana, pues permite
transformar alimentos perecederos en un alimento que se conserva durante
más tiempo. Es positivo porque permite en momentos de abudancia
almacenar para épocas de carestía. Salazón, embutido, encurtidos, ahumados, conservación azucar (almíbares y mermeladas), desecación o deshidratación, fermentaciones... Los registros arqueológicos indican que ya se procesaba vino en la zona mediterraneo desde hace al menos 10.000 años y que en Egipto se elaboraba cerveza y queso en Egipto desde hace 7.000 años. En la zonas del norte de Europa, se aprovechaba el hielo natural para congelar alimentos.
Sin duda, estas técnicas ayudaron a homo sapiens a emprender empresas en las que no podría obtener alimentos por la caza o la recolección. Las grandes travesias de los grupos humanos no hubieran sido
posibles sin estas prácticas: grandes travesias por agua, paso de Asia a
América por el estrecho de Bering o la colonización de territorios
extremos (climas polares, zonas desérticas). Por otra parte, se favorece la solidaridad y socialización, como ocurre con la elaboración de los quesos colectivos, donde todos los
vecinos ceden leche para la elaboración de quesos de gran volumen.
Después el producto elaborado se comparte entre todos,
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