Cuando en informática se habla de free, hay que tener en cuenta que su traducción al español puede dar lugar a equívocos, debido a su polisemia Cuando un producto es free, debemos tener claro si es gratuito o si es libre. Google y todos sus aplicaciones son un servicio gratuito, pero no libre. Linux es un software libre, aunque no siempre tiene por qué ser gratuito. Otra cuestión que podríamos sacar a la palestra es si realmente Google es gratuito, pues aunque no nos pidan contraprestación económica a cambio, si que hay una transacción, pues cedemos parte de nuestra identidad para que el gigante tecnológico trafique con ella. Por lo tanto, aunque en inglés todo sea free, en español se hace preciso distinguir entre gratuito -si no hay que pagar por su uso- y libre -si puede ser modificada y redistribuida por el usuario-.
A veces podemos encontrar aplicaciones aparentemente gratuitas, pues no exigen un pago inmediato. Sin embargo, pueden ser versiones de evaluación orientadas a la compra de la versión completa o llevan inserta publicidad . Otras veces la aplicación se oferta a un bajo coste, casi simbólico, pero que debido a su uso masivo hace que resulte un negocio bastante lucrativo ¿Tiene sentido recurrir a opciones comerciales pudiendo hacer lo mismo de forma auto gestionada? Las aplicaciones comerciales, por ejemplo mensajería, hacen uso se soluciones y protocolos de dominio público, implementan una capa de usuario sencilla y comercial y atraen a millones de usuarios que podrían hacer lo mismo mediante soluciones populares sobradamente conocida. Internet es nuestro, no de ellos.
Alberto Ledo https://twitter.com/albertoledodiaz
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