Con el día de reyes, cada vez más tecnológico, concluyen las navidades 2012-13. A priori las navidades eran ya una fiesta simbólicamente convulsa, en la que se mezclaban ritos y símbolos celtas, paganos y trivales, aunque la curia católica se ha venido atribuyendo la propiedad del compuesto resultante. A todo ello este año hay que sumar que la globalización nos hizo confundir portalitos, arbolitos, papasnoeles y reyesmagos con apocalipsis mayas. Más jaleo para la amalgama que gira en torno al solsticio de invierno -único hecho probado-.
Además, y como no terminó el mundo, quedarán en nuestros corazones las ideas del papa que, contagiado de tanto recorte en los gobiernos mediterráneos, decidió aplicar un ERE en su complejo simbólico -adiós a la mula y al buey- así como una deslocalización de sus fichajes de cierre de temporada, al hacer que los reyes magos no vinieran de oriente, sino de los antiguos territorios tartesos. Vamos, del oeste de Andalucia. Ya veremos si estos cambios son definitivos o o volvemos al concepto prebenedictino si Angela Merkel y la Troika toman las riendas del Vaticano.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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